Datos personales

Mi foto
No me gusta ni el queso ni la palta.

jueves, 3 de abril de 2014

Árbol

A mi madre, en secreto.

Toda mi feroz humanidad desatada por ti, de tu piel pegada a la sombra
de un árbol que es mi vida, mis raíces son tus piernas, como si perteneciéramos
a una especie desconocida de planta, una vida imperecedera, desatada e infernal
que nace en tu vientre y muere en mi ombligo.
Soy paloma pateada en la plaza pública y si de comer tu pan se trata
crecería veintisiete veces mi tamaño para golpear con mi pecho a los transeúntes
sólo por defender el día en que nací.

Tus manos trabajadoras de pizarras inútiles y de salas vacías, son dos herramientas
concertadas con el destino de tantos niños que ahora son viejos
y que probablemente no se acuerdan de tu nombre.
A cuántos habrás hecho fieras allá afuera,
comedoras de hombres, azotando a otras bestias
y matando niños.
A cuánto pordiosero habrás parido a tu manera.

Sin embargo, me parece evidente que he pecado de no ser soberbio.
De no andar por las calles gritando tu nombre y el mío, unidos por las mismas letras
confundidas en una palabra, hecho que no escapa de lo trivial
pero que me hace dueño de todos los bosques y los ríos y los palacios imaginarios.
Pequé de no romper los diarios que te buscan porque no los necesitas.

Soy paloma crecida veintisiete veces
y con eso no me alcanza para hacerte frente,
en la plaza pública, ante la gente
(aprovechando el tumulto repartamos volantes con tu nombre,
publicitemos la decadencia de la profesión).

Árbol materno de sabia y blanca leche que me abrazas, yo te pido:
recuérdame esta calma cuando me lleven a la horca.

O al silencio, que es lo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario