Profundo de llanto en la almohada:
así me ha encontrado enero un par de veces.
El mes más cruel,
con su falsa idea de renacer
como si la vida misma pudiera reducirse a algunos días dispersos
en la suma de todos los días de la vida.
De golpe, me encontré ante un mar desconocido
con un enorme barco y con lobos marinos.
Un hedor. Un sol quemando el rostro
con su lengua de incendiada sangre solar.
Yo, mojado en mis propias aguas.
Enero consecuente de calor y sal de mar.
De pronto, el diablo se hizo presente, juez y parte
en este pleito irresoluto, en este viaje sin hora de arribo.
Noticias llegan desde el centro:
una pareja ha muerto de pena en medio de la ciudad.
De sus padres brotan dos lágrimas que se unen
avanzan por el puerto
y desembocan como ríos en el mar.
así me ha encontrado enero un par de veces.
El mes más cruel,
con su falsa idea de renacer
como si la vida misma pudiera reducirse a algunos días dispersos
en la suma de todos los días de la vida.
De golpe, me encontré ante un mar desconocido
con un enorme barco y con lobos marinos.
Un hedor. Un sol quemando el rostro
con su lengua de incendiada sangre solar.
Yo, mojado en mis propias aguas.
Enero consecuente de calor y sal de mar.
De pronto, el diablo se hizo presente, juez y parte
en este pleito irresoluto, en este viaje sin hora de arribo.
Noticias llegan desde el centro:
una pareja ha muerto de pena en medio de la ciudad.
De sus padres brotan dos lágrimas que se unen
avanzan por el puerto
y desembocan como ríos en el mar.
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